A más de uno y de una le sonará esta situación:
Te sientas en tu escritorio con tu taza de café listo, con ganas de comerte el mundo y lo que se te ponga por delante. Tienes el guion de cada punto tatuado en tu mente, cada paso visualizado, cada pequeño detalle que no se te puede escapar.
Inicias tu PC, abres con decisión una nueva hoja de texto y… tu mente queda en blanco, “pantallazo azul” (para los más frikis). En ese momento en tu cerebro opera la ley marcial, hecatombe.
Buscando una solución empiezas a dar vueltas por casa, buscando poner a tu coco a funcionar al estilo Carlos Sainz “¡trata de arrancarlo Carlos!”, pero nanai…
«Hoy no se me escapa ni una…»
Qué es el sindrome de la hoja en blanco
El sindrome de la hoja en blanco sería aquel “bloqueo psicológico” a la hora de enfrentar un trabajo o tarea de relevancia para el propio trabajador. Esto, enfocado en el sector del marketing online, puede darse sobre todo en a la hora de encarar trabajos de creación de contenido, tales como el copywriting, redacción publicitaria o cualquier contenido web que deba desarrollarse.
También suele darse en el marketing más “convencional”, por ejemplo cuando se deben planificar estrategias de mercado como en promoción a través de campañas, publicidad o redes sociales. Es bastante común, pues muchas de estas estrategias tienen varias variables a tener en cuenta (ya sean de presupuestos, relacionadas con el potencial cliente o de la competencia).
Cómo combatir el sindrome de la hoja en blanco
Bueno, pues para esos momentos os muestro lo que yo he ido aprendiendo en cursos de coaching, blogs de ayuda profesional y formaciones especializadas en copywriting, y, aunque a mí me funciona, no debéis tomarlo como el único camino válido. Esto es ensayo y error, y lo que pretendo en este artículo es marcar el camino a herramientas que puedan ayudaros en momentos de dificultad tales como este sindrome de la hoja en blanco.
Mi consejo personal (más allá de lo profesional) es que la mejor baza que una persona tiene es conocerse a sí mismo, así que no tengas miedo a reconocer tus límites, esto te ayudará a crecer día a día y mejorar en todos los ámbitos de tu vida (¡que la fuerza te acompañe!).
Dicho esto, estas son las cuatros fases que me ayudan a mantener la calma y que en muchísimas ocasiones me han ayudado a darme ese pequeño empujón para sobrepasar este bache de la temida hoja en blanco… ¡al toro!:
- 1. Mantener la calma
¿Muy obvio no? pero aun así hay personas que tienen dificultades con esto, pues cualquier imprevisto les puede afectar (yo soy uno de ellos). Para ello relativiza, no pienses que el tiempo juega en tu contra y serénate. Si eso te ayuda, toma alguna bebida que te ayude a relajarte, (tales como valeriana, manzanilla, etc) o escucha algo de música que te ayude a “sintonizar” tus ganas y concentración.
Parece una pérdida de tiempo pero no lo es, tu mente debe estar motivada al 100% y para ello debe volver a un estado propenso para ello. Dedicarte tiempo es una inversión ¡no lo olvides!.
- 2. Quita importancia al asunto
Relativiza mil y una veces (¡y las que hagan falta!) y para ello usa todas “tus armas”. El síndrome de la hoja en blanco no deja de ser una respuesta irracional de nuestro coco ante un momento de tensión y estrés. Por ello, quita importancia al asunto reduciéndolo a lo absurdo o quitando gravedad al tema. Al igual que si deshojas una cebolla, haz que ese problema quede más y más pequeño escribiendo tu problema en una sola frase y pregúntate:
-”¿Cuál es tu principal problema para enfrentarlo?”
-“¿Qué alternativas tienes?”
-“¿Cuáles son las posibles soluciones inmediatas?”.
Ayuda a quitar gravedad y planifica tus ideas para buscar un nuevo plan de acción que te haga romper ese bloqueo que te haga trabajar como un bellaco.
- 3. Rompe el bloqueo con pequeñas tareas
Muchas veces este síndrome de la hoja en blanco se da por querer procesar y desarrollar miles de cosas al mismo tiempo. Con esto nuestra cabeza entra en colapso, y con ello, todo lo anteriormente nombrado, recordando al famoso gag de la puerta y los virus de los Simpsons (soy un friki, lo reconozco).
Cuando esto ocurre, simplifica, afina la puntería y empieza con pequeñas tareas que sean de fácil desarrollo, como por ejemplo: esquematizar el contenido, clasificar los aspectos relevantes a tener en cuenta, priorizar las tareas etc.
Ayudar a nuestro cerebro a planificar y dar orden a nuestro trabajo se convierte en vital cuando ocurren estos pequeños momentos de lapsus, por tanto hazlo siempre al inicio de encarar una tarea que te sea propensa a sufrir este síndrome.
- 4. Si lo anterior no funciona, plan B
Oye que no… que esto no arranca… bueno.. ¿y qué? no pasa “nada”. Hay veces que por mucho que nos empeñemos las cosas no salen, pero no es el fin del mundo. En este punto te ofrezco dos vías:
– Si tienes cierta flexibilidad en tu trabajo realiza alguna otra tarea que tengas en prioridad. Esto te ayudará a avanzar otras tareas (pudiendo después disponer de ese tiempo para hacer frente al bloqueo) y a su vez a ganar confianza en ti mismo.
– Pide ayuda. Todos necesitamos ayuda siempre, por tanto rompe con tu ego y solicita ayuda a familiares y amigos. Si son afines a tu trabajo sería lo ideal (pues ponerse en tu lugar será mucho más fácil) pero si no cuentas con colegas en tu sector, ¡no desistas! compártelo con amigos, pareja, gente en la que confías y aprecies. Su empatía, sumado a su ganas de ayudarte, pueden darte otro enfoque que se sienta como aire fresco a la hora de abordar el proyecto.